Audi fue el primer fabricante del mundo que combinó la inyección directa de gasolina con la turboalimentación en la producción de coches a gran escala. La trayectoria de éxitos del 2.0 TFSI comenzó en el verano de 2004, cuando se instaló por primera vez en el Audi A3 Sportback.
La combinación de inyección directa de gasolina y turboalimentación mejora sensiblemente la eficiencia y, por tanto, el ahorro de combustible. El resultado es mayor potencia y dinamismo con un menor consumo de combustible.
En comparación con los motores convencionales V6 atmosférico, un motor de cuatro cilindros turboalimentado con inyección directa que ofrezca las mismas prestaciones reduce su consumo de combustible entre un 10 y un 15%.
La tecnología FSI y la turboalimentación forman una combinación excelente porque la evaporación de combustible directamente en la cámara de combustión elimina el calor del aire de admisión. Esto permite una mayor compresión, lo que incrementa considerablemente la eficiencia del motor. También resuelve un viejo problema que afecta a todos los motores turboalimentados: su elevada tendencia a las combustiones detonantes ante altos niveles de sobrealimentación.
El turbocompresor con colector de escape integrado asegura una eficiencia óptima de la turbina y, por tanto, un excelente aprovechamiento de la energía de los gases de escape. De esta manera se hace posible conseguir tanto una elevada potencia como una capacidad de respuesta adecuada. Por último, todo ello contribuye de forma efectiva a reducir el consumo de combustible y la emisión de gases.
La segunda generación de motores TFSI de 2,0 litros se incorporó a los Audi A4, A5 y Q5 en 2008, y aplicó por primera vez el control de la apertura de las válvulas mediante el Audi valvelift system en la zona de escape. El resultado fue una mejora considerable del par motor a bajas revoluciones y un desarrollo del par motor más efectivo y dinámico. Además de mejores prestaciones, estos avances se tradujeron también en relaciones de marchas más largas, que tuvieron como consecuencia una reducción mayor del consumo de combustible.
La combinación entre la inyección directa de gasolina y el módulo de turboalimentación mecánica convierte al motor V6 de 3,0 litros, montado en determinados modelos de Audi, en un grupo motor compacto con un elevado par motor que se alcanza a velocidades bajas del motor y que se mantiene a lo largo de un amplio rango de revoluciones con un consumo moderado de combustible. La unidad de seis cilindros, con su respuesta espontánea y un extraordinario flujo de potencia a lo largo de todo el rango de revoluciones, también permite un estilo de conducción especialmente dinámico.
Mediante la fusión de turboalimentación e inyección directa de gasolina, la tecnología TFSI consigue un potencial superior: mayor potencia y dinamismo con un menor consumo de combustible.